La artista invita a dar una mirada íntima al ser humano y sus diversas dimensiones en la exposición Sersaje, paisaje de su ser. Nos interpela desde una expresividad ensimismada, que se traspone en siluetas estilizadas, que se movilizan en recuperación de un inconsciente personal y colectivo, estableciendo un juego en que “aparecen” los misterios y secretos gozosos de la vida, como las interfaces laberínticas de la existencia, no por ello poco fascinantes.

A través de una reinvidicación de la figuración, de imágenes que se repiten (seres humanos, tal cual, triángulos, volcanes invertidos o rubies pulidos), que se establecen respecto de la artista en una relación de continuidad existencial de maneras gestuales que revelan un dejo expresionista que se entrelaza a un sello intimista, a ratos casi pudoroso, que no duda en resguardar los secretos y misterios que abriga.

Manejó un estilo identificado con elementos oníricos, cargado de simbolismos, de figuras llenas de sentido y trascendencia. Sus obras se encuentran impregnadas de sentimientos profundos, con un juego visual propio de quien dialoga con sus sentidos, de quien expresa su interior a través del color y de personajes.

Este homenaje refleja distintos períodos de su quehacer. Algunos cargados por introspecciones espirituales, otros, por dinamismos ocasionales. La muestra constituye un paseo a través de su expresión más íntima, de su concepto del ser humano y de la naturaleza. Y, por sobre todo, refleja fidedignamente el interior de María José, ya que su obra fue, verdaderamente, el paisaje de su ser.