julio 12 2022
Catalina II de Rusia fue llamada «la Grande» por una buena razón. En la segunda mitad del siglo XVIII, bajo su gobierno el país expandió sus dominios y se convirtió en la potencia hegemónica de Europa oriental. Pero también plantó, queriéndolo o no, la semilla de muchos problemas que estallarían en el futuro.
Cuando la princesa Sofía de Anhalt-Zerbst llegó a Rusia en 1744 para casarse con el heredero al trono, nada parecía presagiar que se convertiría en una de las zarinas más recordadas de la historia. Tenía apenas 15 años, era extranjera y pertenecía a la nobleza de un pequeño principado alemán. Pero fue este punto de partida lo que la motivó a esforzarse para ser aceptada e incluso admirada por su nuevo país: aprendió rápidamente el ruso, se integró en la corte y se convirtió al cristianismo ortodoxo, recibiendo el nombre con el que pasaría a la historia: Yekaterina, o Catalina.
Con Rosita Larrain.
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